Hemos visto que a precios constantes, es decir en términos reales la demanda agregada interna ha superado con creces el PIB: existe un exceso de gasto sobre la renta que se genera en el país, que ocasiona, en términos reales, un déficit comercial. Aunque esto no es así en términos nominales, debemos considerar que la apreciación de nuestro signo monetario con respecto a las divisas extranjeras hace que el precio de los bienes extranjeros expresado en bienes nacionales sea mucho menor. Mientras la tasa de cambio nominal se mantuvo anclada a Bs 2,15 por $ y la inflación nacional superó con creces la inflación de los socios comerciales del país, el precio de un bien extranjero era una fracción cada vez menor del precio de un bien nacional. Por ello, las importaciones se incrementaron notablemente para satisfacer la DAI en desmedro de la producción nacional cada vez menos competitiva y más costosa tomando en cuenta la teoría de PPC y la evidencia empírica de que en la actualidad, es mejor negocio importar que producir internamente.
Haciendo un cálculo compuesto continuo y utilizando el IPC venezolano y el CPI americano, el diferencial entre la inflación nacional y la americana ha acumulado un 80% entre 2005 y 2009. Y cuando se fijó una tasa de Bs 4,30 por $ ya el tipo de cambio implícito dado por los diferenciales de inflación superaba Bs 5 por $:
Si se efectúa un cálculo discreto resultaría lo siguiente:
Y haciendo uso del deflactor, resulta que hasta diciembre 2008:
Existe una correlación positiva entre el saldo de la balanza comercial y el tipo de cambio real: si la balanza es superavitaria es porque existe depreciación real (tipo de cambio real > 1 y XN > 0) y, al contrario si la cuenta corriente es deficitaria (XN < 0) es porque hay una apreciación real de la tasa de cambio nominal (tipo de cambio real < 1). Esta es la implicación más relevante por lo que respecta el intercambio comercial internacional, de la teoría de la paridad del poder adquisitivo.
En la siguiente gráfica se puede claramente observar que la apreciación real de nuestro signo monetario (Deflactor Ext. / Deflactor Nacional, ε < 1) coincide con un cierto rezago con la caída de las exportaciones netas reales como porcentaje del PIB real:
COEF.DE.CORREL(tipo de cambio real, %XN/PIB) = 0,6849
Pasando a revisar las cifras de los agregados macroeconómicos expresadas en precios corrientes la situación cambia radicalmente y observamos un Superávit Comercial, debido precisamente al hecho de que las importaciones se hacen menos costosas cuando el tipo de cambio es fijo mientras la inflación nacional es mayor a la internacional. De hecho XN = X – RM, siendo XN, las exportaciones netas, X las exportaciones, R, el tipo de cambio real y M las importaciones. Al ser R ó ε como lo denotamos en una oportunidad anterior, sustancialmente menores a 1, las importaciones en términos nominales son inferiores a las exportaciones y tenemos un saldo favorable de la balanza comercial.
Vemos, sin embargo que el saldo en servicios y en renta es negativo; la Cuenta Capital es deficitaria, lo que denota que pese al control de cambios ha habido una salida creciente de capitales que en 2008 ascendió a $3.747 millones. Pese a este saldo negativo de la cuenta capital, la cuenta corriente es superavitaria con creces y por ello el saldo de la Balanza de Pagos es en el año 2008 altamente superavitario, dado los elevados precios del crudo, principal y casi único producto de exportación del país.
Existe una importante relación entre el ahorro, la inversión, el superávit comercial y el déficit fiscal primario; si revisamos las cuentas fiscales proporcionadas por el MEF, podemos desglosar la data y atrevernos a realizar una aritmética basada en las identidades macroeconómicas fundamentales. Como la identidad del PIB bajo el enfoque de la demanda es: PIB = C + I + G + XN, C el consumo privado es una función de la renta disponible, Yd = PIB – T, que es igual al PIB menos los impuestos; si a la renta disponible le restamos el gasto en consumo privado obtenemos el ahorro privado que será entonces igual a: S = (G – T) + I + XN; el ahorro privado bruto es igual al déficit fiscal primario más la inversión privada más el superávit comercial.
La nueva identidad obtenida permite inferir que un aumento del ahorro puede corresponder a un aumento del déficit primario, a un aumento de la inversión o a un aumento de las exportaciones netas. En el caso venezolano, la inversión privada, sigue estancada y no ha tenido un crecimiento sostenido que impacte positivamente el ahorro. En cambio, el gasto público ha crecido a un ritmo sostenido en términos reales y se ha mantenido en términos nominales. Esto ha conducido a un endeudamiento interno y externo que puede estar absorbiendo una buena parte del ahorro privado evitando que este fluya vía mercado de capitales o intermediación bancaria hacia la inversión privada.
Las siguientes tablas resumen el procedimiento realizado, para poder llegar a la importante relación existente entre el ahorro, el déficit fiscal, la inversión y la cuenta corriente cruzando data del MEF con la del BCV:
De la data proporcionada por el MEF, tomamos la cifra del Déficit Primario G –T, que con el resto de la data tomada del BCV nos conduce a una medida del ahorro privado neto que puede estar difiriendo del resultado del Ahorro Neto en la estadística de las Cuentas Nacionales Consolidadas del BCV, dado el cruce de la data y que el ahorro neto descrito en dichas estadísticas puede estar incluyendo el ahorro público.
Lo relevante es que el gasto público creciente se ha comido el ahorro privado que no ha estado suficientemente disponible para la inversión privada. ¿Ha existido Efecto Desplazamiento en el período considerado, debido al incremento sostenido del Gasto Público y del Déficit Fiscal? Este efecto ‘tiene lugar cuando una política fiscal expansiva hace que los tipos de interés aumenten, reduciéndose por ello el gasto privado, concretamente la inversión’ (Dornbush y Fisher, 1991). Claro está que en Venezuela, la expansión fiscal ha estado acompañada por una acomodación monetaria y monetización del déficit presupuestario (política monetaria acomodante), en donde más bien se ha incrementado la oferta monetaria y los tipos de interés se han mantenido negativos en términos reales. Esta política monetaria acomodante, ha incrementado la DAI, pero no sabemos si en realidad haya tenido un efecto incentivador sobre la inversión privada puesto que el clima político no ha sido muy favorable a la inversión privada. Además, a lo largo de esta última década hemos observado un incremento sostenido de las importaciones y una buena parte de la demanda interna ha sido satisfecha con productos y servicios extranjeros. Descubramos qué ha pasado con la Inversión Privada y como se ha relacionado ésta con el Gasto Público:
En palabras, como la expansión del gasto público ha estado acompañada por una oferta monetaria sostenida, la inversión privada no ha sido desplazada de una manera significativa por el incremento del gasto público.
Pero si llevamos a cabo una regresión lineal de la Inversión Privada en función del Ahorro Privado Bruto, resulta que por cada punto porcentual de aumento del cociente Ahorro/PIB, hay una disminución cercana a tres cuartos de punto porcentual del cociente Inversión/PIB. En este caso el cociente S/PIB explica en un 59,63% el comportamiento del cociente I/PIB, con un valor p de 0,88% y con un t estadístico que en valor absoluto es de 3,44 mayor al t critico para 8 grados de libertad de 3,355 en un intervalo de confianza del 99%. Con α menor al 1% existe la probabilidad de que la hipótesis nula de que el coeficiente de regresión sea igual a cero, sea cierta. Sin embargo con una alta probabilidad del 99% y dentro de un intervalo de confianza del 99%, el coeficiente de regresión es -0,72 con un error típico del 2,3%.
Lo anterior significa que en el caso venezolano el ahorro privado no explica la inversión privada de la misma manera en que lo hace en los países industrializados. En la siguiente curva ajustada de regresión podemos observar claramente esa diferencia entre Venezuela y los países industrializados.
Falta por analizar, en qué medida el superávit comercial se corresponde con el ahorro privado. Si la tasa de inversión no se corresponde con la tasa de ahorro, esto se debe en una cierta medida al efecto desplazamiento ‘no pleno’ causado por el gasto público, pero también se debe a la existencia de una economía abierta, en la que el superávit de cuenta corriente se corresponde con el ahorro privado neto. Por lo pronto es conveniente observar que si el ahorro y la inversión fuesen iguales, el superávit comercial correspondería al superávit primario. Si efectuamos la estimación lineal de la Balanza Comercial en función del ahorro privado neto sucede lo siguiente:
En este caso, vemos que el coeficiente de regresión de la variable explicativa, exportaciones netas, es 0,87, con casi un 100% de significancia dado un valor p de 0,0088%, con un estadístico t de 9,95, altísimo y mayor al t crítico con 8 grados de libertad de 4,501 en un intervalo de confianza del 99,9%, y con un error típico de tan sólo el 1,93%. Esto significa que el saldo favorable en cuenta corriente se corresponde con un ahorro privado neto positivo.
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