temas económicos y financieros

17 mag 2012




RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
DE MATEMÁTICAS FINANCIERAS
CON ECUACIONES EN DIFERENCIA
DE PRIMER ORDEN




15 mag 2012


ENSAYOS DE PERSUASIÓN
JOHN MAYNARD KEYNES
EL FINAL DEL PATRÓN ORO

‘El Final del Patrón Oro’ (27 de septiembre de 1931)

                  ‘Ha pasado la fase romántica y podemos empezar a discutir con realismo cuál es la mejor política’

I.                   Antecedentes

Entre 1870 y 1914, el patrón oro fijaba los valores de las monedas de los países (Appleyard y Field, 2003). El oro era el activo de reserva por excelencia de los bancos centrales y permitía un intercambio libre de mercancías con facilidad de pagos entre las naciones. Durante ese período los ajustes de las balanzas de pagos fueron moderados, ya que en realidad cuando se producían déficits o superávits, los bancos centrales aplicaban una política monetaria de contracción o de expansión, aumentando o reduciendo respectivamente la tasa de interés, lo cual inducía movimientos rápidos de capitales monetarios entre los países.

Ante la necesidad de financiar la guerra creando dinero, los países europeos y entre ellos Gran Bretaña, abandonaron el patrón oro (Blanchard, 1997). Sin embargo en 1925, el Reino Unido decidió retornar al patrón oro, fijándole a la libra esterlina el mismo valor que tenía antes de la guerra. Churchill era para entonces el ministro de hacienda que tomó esta decisión, la que desde un principio desató duras observaciones críticas por parte de Keynes, quien en Las Consecuencias Económicas de Mr. Churchill, apuntó que el precio en oro expresado en la moneda debía ser más bajo (cambio nominal libra / onza oro más alto) que el fijado, puesto que como en Gran Bretaña los precios habían subido más rápidamente que en la mayoría de sus socios comerciales (Teoría de la Paridad de Poder de Compra), la paridad cambiaria fijada implicaba una gran apreciación real que encarecía los bienes británicos (desventaja competitiva) y que a la larga causaría recesión, desempleo y problemas sociales.

Durante el período anterior a la vuelta del patrón oro por parte de Churchill, los tipos de cambio de Gran Bretaña y de sus socios comerciales fueron flexibles y estrechamente correlacionados con los tipos PPA (paridad de poder adquisitivo o de compra), aunque mostraron en ciertos años una volatilidad considerable debida a presiones especulativas. El Reino Unido contrarrestaba los ataques especulativos emprendiendo una política monetaria contraccionista para mantener el valor de su moneda y contrarrestar la subida de precios relativos PPA o PPP, que desembocó en la vuelta al cambio fijo en 1925.

II.                ‘La Víspera de la Suspensión del Patrón Oro’

En un artículo titulado ‘Debemos restringir nuestras importaciones’ escrito para el Evening Sunday el 10 de septiembre de 1931, Keynes, cuyas predicciones de recesión hechas en 1925 habían resultado ser ciertas, alertaba sobre las terribles consecuencias sociales que podían sacudir la vida nacional del Reino Unido, si no se tomaban medidas necesarias de gasto para impulsar la producción. En este artículo, explicaba que no se puede perseguir una política de presupuesto equilibrado, negando el gasto productivo y el intercambio interno de bienes y servicios. La disminución del beneficio empresarial, incrementa la desocupación y reduce los ingresos fiscales. Alcanzado un elevado nivel de desempleo y de recursos ociosos de toda clase, de cierres de empresas y desahorro, se termina restringiendo las importaciones de una manera indirecta y antieconómica.

En vista de que equivocadamente se mantenía el patrón oro a toda costa, que el problema presupuestario no se atacaba en sus causas y, que las decisiones mal tomadas eran a su vez mal implementadas (i.e.: endeudamiento en moneda extranjera para colocar dinero ya tomado y cubrir anteriores préstamos extranjeros), Keynes proponía medidas directas de restricción de importaciones o de reducción de todos los salarios monetarios en el país, ante la falta de voluntad del gobierno de devaluar. La reducción de sueldos traería problemas de inestabilidad social, por tanto era más aconsejable optar por la reducción de importaciones aplicando aranceles. En efecto, esta era la única medida que contaba con la aprobación de la opinión pública y que Keynes insistía que se tomara dado que no se quería aplicar el remedio correcto que consistía en el ajuste del tipo de cambio.

Keynes recomienda al gobierno nacional que no siga en su política de reducción del gasto y del nivel de vida de la gente y, que en cambio permita un rápido desarrollo interior por medio del gasto productivo, estableciendo aranceles a las importaciones y, en la medida de que fuera factible elaborar un plan de reducción general de salarios. Vemos que la teoría keynesiana introduce la política fiscal activa contra-cíclica, para contrarrestar en este caso, la recesión o depresión económica que Gran Bretaña sufrió durante la década de los 20’s.  En ese contexto, el desarrollo de los acontecimientos, le darían la razón, ya que la crisis se prolongó mientras la pobre política fiscal pasiva implicaba un comportamiento perverso de equilibrio con elevado desempleo (Dornbusch y Fischer, 1991).

III.             ‘El Final del Patrón Oro’

El 27 de septiembre de 1931, habiendo sido suspendido el patrón oro, Keynes publica un artículo en el Sunday Express titulado ‘El futuro del mundo’, donde manifiesta su satisfacción por la ruptura de ‘nuestras cadenas doradas’.  El compromiso de honor de la City de Londres por mantener el valor de la moneda había llegado a los límites de una lucha quijotesca a la que dio fin desembolsando el equivalente en oro de unos 200 millones de libras para cancelar compromisos de deuda externa.

Ahora Keynes hacía cálculos de que una devaluación del 25% p.ej., era mejor que un arancel de la misma cuantía a las importaciones, ya que no se perjudicaría a las exportaciones y más bien se les estimularía haciéndolas más baratas. La devaluación permitía obtener ventajas sin reducción de salarios y sin conflictos industriales. Y un 25% de depreciación nominal, no afectaría el nivel de precios, ya que ese porcentaje correspondía a la cuarta parte del gasto de consumo que hasta el momento había sido destinado a las importaciones. De esta manera se restablecería el saldo del equilibrio interno reflejado en el equilibrio externo, mientras se estimularía el empleo.

Sin atreverse a hacer previsiones sobre el nuevo valor que las autoridades asignarían al tipo de cambio, Keynes pensaba que tenía que estar debajo del valor considerado de representar el equilibrio por parte de otros desapasionados colegas, porque una vez que la libra fuese objeto de ataques especulativos, aparecerían fuerzas formidables para respaldarla cuando empezase a caer demasiado. Los países deudores del reino tendrían una gran concesión y Gran Bretaña pasaría a ser un acreedor razonable. Los países competidores en el comercio internacional, que seguirían el ejemplo británico reduciendo el valor oro de sus monedas, obtendrán los beneficios de precios más altos (desaceleración de la deflación), y además ninguno de estos países se aseguraría una ventaja competitiva entre los mismos, aunque sí ante aquellas pocas naciones como EEUU y Francia que continuasen con el patrón oro.

Relevante y aguda la siguiente observación de Keynes: ‘En la medida que se conserva el patrón oro…, esto implica una campaña competitiva de deflación, en la que cada uno de nosotros intenta bajar los precios más deprisa que los demás, una campaña que ha intensificado el paro y las pérdidas económicas hasta un grado insufrible’ . Siendo analíticos, esto se explica porque la cuestión de honor de defender el valor de la moneda a toda costa, se realiza con una política de subida de las tasa de interés que hunde la inversión (desplazamiento hacia debajo de la demanda de inversión), que trae consigo un incremento de la desocupación y de la capacidad ociosa, que provoca a su vez una caída en el consumo privado que aunado a una política restrictiva del gasto gubernamental (con el objetivo de equilibrar el presupuesto), termina causando una iliquidez generalizada con caída de precios (deflación) y recesión o depresión económica.

Insistía Keynes en que la apreciación real (sobrevaluación) de las monedas, francesa y estadounidense, podía causar el fin de sus industrias de exportación y graves problemas a sus sistemas bancarios. Que el mundo requería para su prosperidad, la recuperación comercial de los EEUU, la paz y un equilibrio económico global armonioso, viable solamente con el quiebre del patrón oro. Una semana atrás a ese 27 de septiembre de 1931, Gran Bretaña había desmontado el patrón oro (el cual había retomado en 1925 con una moneda sobrevaluada) lo que para Keynes constituía un gran acontecimiento.

Ahora Keynes planteaba que era necesario desarrollar un nuevo sistema monetario internacional que fuese estable en términos de intercambio de las mercancías entre las naciones. Se preguntaba si los países atados al patrón oro estuviesen interesados en conocer los términos de intercambio exigidos por los países que como el Reino Unido habían abandonado dicho patrón oro y que sólo lo hubiesen retomado si este hubiese sido drásticamente reformado. Viendo la historia de lo que pasó después, la gran depresión continuó durante toda la década de los 30’s porque como muchos países depreciaron sus monedas los resultados esperados fueron efímeros ya que además EEUU no abandonó el patrón oro y  siguió en esos años con una política restrictiva de las importaciones que deprimió aún más el comercio internacional hasta la llegada de la Segunda Guerra Mundial, período durante el cual sin embargo se postergó la consideración planteada por Keynes de la adopción de un nuevo sistema de pagos internacionales.

Hubo que esperar hasta 1944 para que se realizara una Histórica Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas en Bretton Woods, de la cual surgió el Acuerdo homónimo que contempló la instauración de un sistema de tipos de cambio, atados pero ajustables (Appleyard y Field, 2001).





IV.             Después de la Suspensión del Patrón Oro

Dos días después, el 29 de septiembre de 1931, Keynes envía una carta al editor de The Times, donde le explica que en vista de que con la devaluación de la esterlina los productores británicos habían mejorado su posición en el comercio internacional, que la discusión racional sobre los aranceles era imposible de ser sostenida mientras la cuestión monetaria estuviese sin resolver. Si no se tenía claridad del valor futuro de la libra esterlina y mientras se aguardaba la reacción, siguiendo o no el ejemplo de Gran Bretaña, de los demás países, era imposible predecir cuál hubiera sido la efectiva posición competitiva del reino.

Ya no era el arancel la cuestión inmediata a esclarecer, ahora se trataba de discutir y aclarar la cuestión monetaria. Esta discusión ofrecía grandes oportunidades de liderazgo enfocado hacia la reconstrucción de la supremacía financiera de Londres en el mundo.

Referencias Bibliográficas


Appleyard, Dennis R. y Alfred Field (2003), Economía Internacional, McGraw-Hill Interamericana, Cuarta Edición, 742pp

Blanchard, Oliver (1997), Macroeconomía, Prentice Hall Internacional, Primera Edición, 648pp

Dornbusch, Rudiger y Stanley Fischer (1991), Macroeconomía, McGraw-Hill Interamericana de España, Quinta Edición, 974pp

Keynes, John Maynard (1931), Ensayos de Persuasión, p236-253

Keynes, John Maynard (1935), The General Theory of Employment, Interest, and Money Rendered into HTML on Wednesday April 16 09:46:33 CST 2003, by Steve Thomas for The University of Adelaide Library Electronic Texts Collection

Mata Mollejas, Luis (2004), Esquemas Macroeconómicos, Fondo Editorial FINTEC Anauco Ediciones, 288pp

Mata Mollejas, Luis (2004), Política Económica para Políticos, 295pp

Mata Mollejas, Luis (2010), Dinero, Política y Mentiras, Ediciones del Rectorado de la UCV, Caracas, 336pp

PENSADORES 
DEL SIGLO XVII

Francisco Martínez de Mata, Economista Español de la Decadencia del Siglo XVII, Fraile Franciscano Seglar y Arbitrista, Autor de Memoriales y Discursos

La vida de la Nación consiste en que cada uno gaste lo que en ella ha adquirido y su muerte es lo contrario

Tras dos siglos de crecimiento y expansión económica, la monarquía española sufrió los embates de la depresión económica que venía sumiendo a la Europa del siglo XVII (Uri Martín, 1998). En un contexto histórico de dominio del pensamiento económico mercantilista, la falta de conciencia común a lo largo y ancho del imperio español y la decadencia de la productividad que lo había caracterizado, obligaba a los altos gobernantes a una incesante búsqueda de nuevos arbitrios que consistían en manipulaciones monetarias y exacciones que en lugar de beneficiar al reino, llegaron a causar daños irreversibles a la economía castellana.

En medio de esta prolongada crisis económica, España vio una plétora de escritores interesados en explicar y arrestar el declive de su imperio (Anes, 1971, Oxford Journals). Uno de estos escritores puede ser considerado como un gran economista, discípulo de la escuela cuantitativista de Salamanca, perteneciente a un grupo de notables de la época llamados arbitristas y que injustamente fue  junto a ellos objeto de ridículo y descrédito. Martínez de Mata, cuya célebre obra Memoriales y Discursos (1650-1660) sigue siendo materia de análisis en la Economía Política, tenía una coherente conceptualización de los modelos económicos y una clara concepción del flujo circular de la producción y el consumo, de los efectos multiplicadores de la industrialización si los excedentes son retenidos en una economía y de la mejora de bienestar que produce el comercio exterior si las exportaciones superan a las importaciones (balanza comercial favorable).

Aunque los arbitristas se caracterizaron en un inicio por su vinculación a propuestas fiscales y financieras para el beneficio del rey, tres de sus cuatros miembros se destacaron como analistas económicos dispuestos  a indagar en las causas y proponer remedios a la profunda declinación española del siglo XVII. El arbitrismo pese al problema de semántica, se convierte así en un movimiento de conciencia nacional, donde sobresale este muy peculiar personaje de la época que rechazaba el bullionismo y la exportación del dinero, puesto que representaba una pérdida de los efectos multiplicadores de la actividad económica nacional. Según reseña Ringrose (Rutgers Univérsity) con base en la compilación de Anes, Martínez de Mata muestra una debilidad como economista al no percibir la relación entre el volumen de dinero en la economía local y el alto costo de producción interno que de converso confería a los productos foráneos un lado competitivo.

El arbitrismo como corriente de pensamiento político y económico, se desarrolla entre 1550 y 1660, encuadrado temporalmente en el contorno del mercantilismo y en un período en el que desde Felipe II (1556-1598) hasta Carlos III (1759-1788), las rentas reales habían sido empeñadas y gastadas con anticipación (Urí Martín). Entre otros autores, el ciclo comienza con Luis Ortiz (Memorial al Rey para que no salgan dineros de España, durante reinado de Felipe II, 1558), sigue con Tomás de Mercado (Suma de Tratos y Contratos, 1569, fundamentos del interés), continúa con Luis Valle de la Cerda (Desempeño del patrimonio del Rey y vasallos,… Erarios públicos y Montes de Piedad, 1600),  culmina con Mateo López Bravo (Del rey y de la razón de gobernar, 1616) y concluye con Francisco Martínez de Mata (1650). Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), pese a un inicio de gobierno muy activo y esperanzador, los problemas latentes de España volvieron agudizarse con virulencia insospechada. Este es el período que le tocó vivir a Martínez de Mata quien como arbitrista, detrás de su interés por las cuestiones económicas escondía una acusada sensibilidad social (González Moreno, 2012).

Los memoriales, como apunta Uri Marín (1998) eran documentos escritos, dirigidos  al rey y a las altas instancias de gobierno, con los que los arbitristas proponían los ajustes económicos (arbitrios) que debían aplicarse para ‘restaurar’ la nación. ‘Memoriales y Discursos’ recoge la gran preocupación por las injusticias sociales y profundas desigualdades que Martínez de Mata venía observando (González Marín, 2012). Además de esta visión testimonial de la crisis, es una sucinta descripción de los mecanismos económicos causantes de la misma y, un análisis normativo con propuestas de soluciones para enfrentarla. Esta gran obra de la economía política del siglo XVII es al mismo tiempo un auto-retrato de Martínez de Mata como patriota y defensor de los más desfavorecidos. Apunta a la omisión de los gobernantes en su persecución del sueño imperial, a la política exterior dinástica y a la desacertada política financiera, como las principales causas del atraso de España en su desarrollo industrial con respecto a otras naciones  de la Europa de aquellos tiempos. Pese a que su obra se enmarca en la corriente del mercantilismo, tiene ingredientes de renovación de dicha corriente de pensamiento económico y una vehemente crítica.

Los memoriales producidos por los arbitristas, marcan un punto de inflexión con respecto al bullionismo que hasta entonces había caracterizado al mercantilismo del imperio español; en resumidas cuentas se exponían las siguientes causas de y remedios a la crisis española del siglo XVII (Uri Marín):

Causas de la Decadencia
Remedios Propuestos
1.  Despoblación
1.  Repoblación
2.  Afluencia de Metales Preciosos
2.  Agricultura, Industria y Comercio
3.  Falta de Dedicación al Trabajo
3.  Fomento de Artes y Oficios
4.  Inestabilidad Monetaria
4.  Saneamiento Monetario
5.  Exceso de Impuestos a las Actividades Productivas
5.  Redistribución Cargas Fiscales y Aranceles a las Importaciones
6.  Influencia Perniciosa de Extranjeros
6.  Política Proteccionista y Balanza Comercial Positiva
7.  Deficiencias Seculares
7.  Fortalecimiento del Estado

Los remedios de Martínez son lógicos, dadas sus premisas, pero de dudosa eficacia: prohibir importaciones o imponer un cien por ciento de impuestos sobre sus ventas, crear un  sistema de bancas gubernamentales para proporcionar créditos a la industria local y a la agricultura y destruir el monopolio foráneo de los servicios bancarios, forzar a los inversionistas extranjeros e inmigrantes a romper vínculos con sus orígenes, crear un consejo industrial nacional (Anes-Ringrose). En suma, las curas son menos interesantes (según Ringrose de la Rutgers University) que la percepción del economista y escritor sobre la realidad económica.  Está claro que algunas proposiciones de Martínez de Mata encontraron poco apoyo y favor por parte de los intereses establecidos, mas sin embargo fue reivindicado sea por parte de los economistas españoles del siglo XVIII sea por parte de académicos reconocidos del presente.

Martínez de Mata, el economista motrileño, fue un personaje muy excéntrico y muy cuestionado por gobernantes y altos funcionarios  a él contemporáneos, entre los cuales, un alto funcionario de la ciudad de Sevilla, Don Martín de Ulloa quien se refería a él como un ‘vagabundo ignorante’ (Domínguez Ortiz), pero su especial forma de ser el ‘patriota amante de los humildes’  le ha valido la calificación de ‘iluminado y levantisco arbitrista’.

Thomas Hobbes, Filósofo Político Inglés del Siglo XVII, Autor de Leviathan, Fundamento de la Doctrina del Contrato Social, Creyente del Absolutismo con Matices Liberales,  Pensador del Materialismo Mecanicista

NATURE (the art whereby God hath made and governs the world) is by the art of man, as in many other things, so in this also imitated, that it can make an artificial animal.

El año 1607 marcó el inicio del colonialismo inglés en Norteamérica impulsado por el rey protestante Jaime I, sucesor de la era isabelina que había visto a Inglaterra convertirse en la más poderosa nación e imperio mercantilista del mundo. La emigración por motivos económicos o religiosos y la colonización por parte de mercaderes ingleses que amasaron fortunas, dio origen a una clase media que alteró permanentemente el balance del poder político. En la Inglaterra del siglo XVII, aunque más industrializada, poderosa, superavitaria (gracias a la productividad minera y agrícola de las colonias) y no tan decadente como la España del Siglo XVII,  existían sin embargo, conflictos religiosos entre católicos y protestantes,  de poder entre parlamento y corona, de intereses y sociales que condujeron al estallido de la Guerra Civil en 1947.

Para ese momento histórico, Hobbes, nacido en 1588, se encontraba desde 1940 en París donde recibió a muchos seguidores del rey, revitalizándose en sus intereses políticos que había suspendido concluida la escritura de Los Elementos de la Ley, Natural y Política, que había suscitado controversias con políticos patriarcalistas. Ahí en Paris, con estas renovadas energías, publicó en 1942 otra gran obra de la filosofía política, De Cive (Sobre El Ciudadano), hasta que finalmente en 1951 publicó su capolavoro Leviathan. Aunque existan algunas tenues diferencias en la doctrina de filosofía política entre estas tres obras dada la evolución del pensamiento de Hobbes, sí imperan una serie de principios muy similares en todas ellas. A lo largo de esos once años de su segunda estadía en París, donde también había vivido en sus años mozos estudiando física y materialismo mecanicista, logró formalizar la Doctrina del Acuerdo Social, precedida por la Doctrina del Derecho Natural, ambas bajo el Principio Rector de la Autoridad o Poderes Absolutos al Soberano.

Como precursor y fundador de conceptos muy bien conocidos hoy día como la Sociedad Civil y el Contrato Social, Hobbes parte de teoría de las leyes naturales como definitorias del individuo humano (Schepsle y Bonchek, Analyzing Politics). Leviatán describe a la vida del individuo antes del advenimiento de la sociedad civil como ‘solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta’, ya que se trataba de sobrevivir cazando y recolectando, refugiándose y cobijándose, defendiéndose y protegiéndose de otros seres humanos. La amenaza y peligro permanentes planteaban la necesidad de seguridad y protección a ser satisfechas con enorme dedicación y esfuerzo, lo que en efecto constituye un gran dispendio y desperdicio de energía y recursos (grandes rasgos de la ley natural de sobrevivencia).

En consecuencia, si se establecen principios morales por un lado y mecanismos sociales por el otro, se puede dar lugar a la cooperación y a la organización de la sociedad civil (doctrina del derecho social). De esta manera el ingente esfuerzo utilizado en protección y seguridad, puede ser canalizado en actividades productivas e incentivadoras del ser como individuo. Pero aquí Hobbes manifiesta su falta de optimismo con respecto a la realización de este prospecto de creación de un sistema de valores sociales si no existe un estado poderoso y dominante que pueda imponer reglas al acuerdo social. Vemos que Hobbes es precursor del conocimiento que tenemos en el presente de que se requiere una interacción dual como la elección pública entre actividades de estado y actividades productivas, y se requiere también una interacción triple como la elección social, incorporando a la sociedad civil (Mata Mollejas).

Según Taylor (The Possibility of Cooperation), Hobbes es quien establece la Justificación del Estado  como crítica a la posibilidad de cooperación en ausencia del estado o de otras formas de coerción. Leviatán es la expresión más contundente de la justificación del estado: los bienes públicos especialmente el orden social (paz doméstica y seguridad) y la defensa nacional. El pilar de la justificación del estado es la idea de que en ausencia de estado, ningún individuo en la persecución de sus intereses tiene el incentivo (escrúpulo) de limitar sus acciones cuando estas implican lesionar los intereses de otros individuos. Muchos economistas en la actualidad piensan que en efecto la sociedad por sí misma es incapaz de proveerse de defensa nacional y orden social.

Es por ello que en Leviatán que consta de treinta y seis capítulos distribuidos en cuatro partes (Del Hombre, De la Comunidad, De la Comunidad Cristiana, Del Reino de las Tinieblas; Leviathan, 1651), Hobbes recalca como una utopía la organización pacífica y armoniosa de la sociedad civil, puesto que precisamente las diferencias individuales y sociales con respecto al sistema de valores, son de por sí mismas causantes de conflictos y guerras entre grupos sociales, pueblos y naciones (Schepsle y Bonchek). Es decir, siempre existirá falta de consenso e irracionalidad en los colectivos, razón por la cual Hobbes apuesta a que la única manera de lograr un contrato social es por medio de la constitución de un poder absoluto que norme a la sociedad civil y que por ende pueda garantizar el cumplimiento de los principios morales y de las normas del derecho social incluyendo la libertad, la igualdad y la propiedad, derechos fundamentales del pensamiento liberal. Propone entonces como solución para la correcta organización de la sociedad civil, la sumisión de esta a un contrato social comandado y dominado por un soberano capacitado para detectar violaciones al contrato social e, investido con el poder de castigar a los violadores del acuerdo.

Esta entidad dominante y garante de la paz es la solución al problema del orden que afecta a la humanidad y es denominado por Hobbes, Leviatán. Leviatán es el estado que reconoce las sensaciones, la imaginación, el pensamiento, la razón, la pasión, el discurso, las virtudes y defectos, el valor, la dignidad, el honor y las leyes naturales de igualdad, libertad, propiedad, armonía y paz del hombre. Leviatán es el estado que genera, organiza y dirige, que representa, que controla, que institucionaliza, legisla, premia y castiga, y constituye la comunidad. Leviatán es el estado que representa al Reino de Dios en la Tierra  y conduce por mandato divino a la comunidad cristiana. Leviatán puede así investido por Dios, condenar a los hombres que infringen el acuerdo social a una eternidad de penumbras (la infeliz vida del hombre primitivo), y puede también premiar con la promesa del paraíso, a los que por temor a Dios cumplen las leyes naturales y las normas sociales (la vida civilizada con principios morales y normas sociales).

En la introducción de Leviatán, Hobbes dice que por obra de arte es creado el gran LEVIATAN llamado una Comunidad, o estado, o CIVITAS en latín, el cual es empero un hombre artificial, ideado con una gran estatura y fuerza sobrenatural, concebido para la protección y defensa de la comunidad y cuya soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento. Puntualiza Hobbes que para describir la naturaleza de este hombre artificial, él considera:

    Primero, la materia y el artificio que conforman al hombre; esta parte resume la filosofía de las leyes naturales que rigen al hombre

    Segundo, el acuerdo bajo el cual se establecen los derechos, el poder y la autoridad del soberano; y cómo esta se preserva o disuelve; esta parte es doctrina para la fundamentación teórica de la Sociedad Civil y su interacción con la autoridad

    Tercero, qué es la comunidad cristiana; esto es la vida armoniosa gracias al imperio de la ley y el orden social (metáfora de la sociedad)

    Por último, qué es el reino de la oscuridad; esto es la vida miserable del hombre salvaje y primitivo, desprovisto de principios morales y de normas de comportamiento y respeto a la convivencia social pacífica

Vemos que debido al contexto geográfico, histórico, socio-económico y religioso, Hobbes concibe a la sociedad civil y al acuerdo social como obra y gracia de absoluta competencia del estado soberano quien es además el rey y representante de Dios en la tierra. Sin embargo, la edición en francés de esta obra habla no de monarquía pero sí de república, lo que explica la universalidad espacial de esta doctrina de filosofía política, y además podemos decir que buena parte de los aspectos analizados en la doctrina de las leyes naturales y políticas en Leviatán, tienen vigencia y permanencia temporal.

Referencias Bibliográficas


Anes, Gonzalo (1973), Memoriales y Discursos de Francisco Martínez de Mata, The Journal of Economic History, Reviews of Books by David Ringrose, Vol. 33, p876-877

González Moreno, Miguel (2012), Francisco Martínez de Mata (Siglo XVII): Agitador Social y Economista de la Decadencia, eXtoikos, Vol. 5, p99-103

Hobbes, Thomas (1651), Leviathan or the Matter, Forme, & Power of a Common-wealth Ecclesiastical and Civil, http://www.gymnyon.vd.ch/docs/304/Hobbes_-_Leviathan.pdf http://socserv.mcmaster.ca/econ/ugcm/3ll3/hobbes/Leviathan.pdf

Shepsle, Kenneth, and Mark Bonchek (1996), Analysing Politics: Rationality, Behavior and Institutions, WW Norton & Company, 1st Edition, 480pp

Taylor, Michael, (1987), The Possibility of Cooperation, Cambridge University Press, Revised Edition, 220pp

Urí Marín, Manuel (1998), Crisis y Arbitrismo: Quevedo y el Pensamiento Económico Español del Siglo de Oro, La Perinola, Cervantes Virtual, Vol. 2, p263-300
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