ENSAYOS DE PERSUASIÓN
JOHN MAYNARD KEYNES
EL FINAL DEL PATRÓN ORO
‘El Final del Patrón Oro’ (27 de
septiembre de 1931)
‘Ha
pasado la fase romántica y podemos empezar a discutir con realismo cuál es la
mejor política’
I.
Antecedentes
Entre 1870 y 1914, el patrón oro fijaba los
valores de las monedas de los países (Appleyard y Field, 2003). El oro era el
activo de reserva por excelencia de los bancos centrales y permitía un
intercambio libre de mercancías con facilidad de pagos entre las naciones.
Durante ese período los ajustes de las balanzas de pagos fueron moderados, ya
que en realidad cuando se producían déficits o superávits, los bancos centrales
aplicaban una política monetaria de contracción o de expansión, aumentando o
reduciendo respectivamente la tasa de interés, lo cual inducía movimientos
rápidos de capitales monetarios entre los países.
Ante la necesidad de financiar la guerra
creando dinero, los países europeos y entre ellos Gran Bretaña, abandonaron el
patrón oro (Blanchard, 1997). Sin embargo en 1925, el Reino Unido decidió
retornar al patrón oro, fijándole a la libra esterlina el mismo valor que tenía
antes de la guerra. Churchill era para entonces el ministro de hacienda que
tomó esta decisión, la que desde un principio desató duras observaciones
críticas por parte de Keynes, quien en Las
Consecuencias Económicas de Mr. Churchill, apuntó que el precio en oro
expresado en la moneda debía ser más bajo (cambio nominal libra / onza oro más
alto) que el fijado, puesto que como en Gran Bretaña los precios habían subido
más rápidamente que en la mayoría de sus socios comerciales (Teoría de la
Paridad de Poder de Compra), la paridad cambiaria fijada implicaba una gran
apreciación real que encarecía los bienes británicos (desventaja competitiva) y que a la larga causaría recesión,
desempleo y problemas sociales.
Durante el período anterior a la vuelta del
patrón oro por parte de Churchill, los tipos de cambio de Gran Bretaña y de sus
socios comerciales fueron flexibles y estrechamente correlacionados con los
tipos PPA (paridad de poder adquisitivo o de compra), aunque mostraron en ciertos
años una volatilidad considerable debida a presiones especulativas. El Reino
Unido contrarrestaba los ataques especulativos emprendiendo una política
monetaria contraccionista para mantener el valor de su moneda y contrarrestar
la subida de precios relativos PPA o PPP, que desembocó en la vuelta al cambio
fijo en 1925.
II.
‘La Víspera de la Suspensión del Patrón Oro’
En un artículo titulado ‘Debemos restringir nuestras importaciones’ escrito para el Evening Sunday el 10 de septiembre de
1931, Keynes, cuyas predicciones de recesión hechas en 1925 habían resultado
ser ciertas, alertaba sobre las terribles consecuencias sociales que podían
sacudir la vida nacional del Reino Unido, si no se tomaban medidas necesarias
de gasto para impulsar la producción. En este artículo, explicaba que no se
puede perseguir una política de presupuesto equilibrado, negando el gasto
productivo y el intercambio interno de bienes y servicios. La disminución del
beneficio empresarial, incrementa la desocupación y reduce los ingresos
fiscales. Alcanzado un elevado nivel de desempleo y de recursos ociosos de toda
clase, de cierres de empresas y desahorro, se termina restringiendo las
importaciones de una manera indirecta y
antieconómica.
En vista de que equivocadamente se mantenía el
patrón oro a toda costa, que el problema presupuestario no se atacaba en sus
causas y, que las decisiones mal tomadas eran a su vez mal implementadas (i.e.:
endeudamiento en moneda extranjera para colocar dinero ya tomado y cubrir
anteriores préstamos extranjeros), Keynes proponía medidas directas de restricción de importaciones o de reducción de
todos los salarios monetarios en el país, ante la falta de voluntad del
gobierno de devaluar. La reducción de sueldos traería problemas de inestabilidad
social, por tanto era más aconsejable optar por la reducción de importaciones
aplicando aranceles. En efecto, esta era la única medida que contaba con la
aprobación de la opinión pública y que Keynes insistía que se tomara dado que
no se quería aplicar el remedio correcto
que consistía en el ajuste del tipo de cambio.
Keynes recomienda al gobierno nacional que no
siga en su política de reducción del gasto y del nivel de vida de la gente y,
que en cambio permita un rápido desarrollo interior por medio del gasto
productivo, estableciendo aranceles a las importaciones y, en la medida de que
fuera factible elaborar un plan de reducción general de salarios. Vemos que la
teoría keynesiana introduce la política fiscal activa contra-cíclica, para
contrarrestar en este caso, la recesión o depresión económica que Gran Bretaña
sufrió durante la década de los 20’s. En
ese contexto, el desarrollo de los acontecimientos, le darían la razón, ya que
la crisis se prolongó mientras la pobre política fiscal pasiva implicaba un
comportamiento perverso de equilibrio con elevado desempleo (Dornbusch y Fischer,
1991).
III.
‘El Final del Patrón Oro’
El 27 de septiembre de 1931, habiendo sido
suspendido el patrón oro, Keynes publica un artículo en el Sunday Express
titulado ‘El futuro del mundo’, donde manifiesta su satisfacción por la ruptura
de ‘nuestras cadenas doradas’. El compromiso de honor de la City de Londres
por mantener el valor de la moneda había llegado a los límites de una lucha
quijotesca a la que dio fin desembolsando el equivalente en oro de unos 200
millones de libras para cancelar compromisos de deuda externa.
Ahora Keynes hacía cálculos de que una
devaluación del 25% p.ej., era mejor que un arancel de la misma cuantía a las
importaciones, ya que no se perjudicaría a las exportaciones y más bien se les
estimularía haciéndolas más baratas. La devaluación permitía obtener ventajas
sin reducción de salarios y sin conflictos industriales. Y un 25% de
depreciación nominal, no afectaría el nivel de precios, ya que ese porcentaje
correspondía a la cuarta parte del gasto de consumo que hasta el momento había
sido destinado a las importaciones. De esta manera se restablecería el saldo
del equilibrio interno reflejado en el equilibrio externo, mientras se
estimularía el empleo.
Sin atreverse a hacer previsiones sobre el
nuevo valor que las autoridades asignarían al tipo de cambio, Keynes pensaba
que tenía que estar debajo del valor considerado de representar el equilibrio
por parte de otros desapasionados
colegas, porque una vez que la libra fuese objeto de ataques especulativos,
aparecerían fuerzas formidables para
respaldarla cuando empezase a caer demasiado. Los países deudores del reino
tendrían una gran concesión y Gran Bretaña pasaría a ser un acreedor razonable.
Los países competidores en el comercio internacional, que seguirían el ejemplo británico
reduciendo el valor oro de sus monedas, obtendrán los beneficios de precios más
altos (desaceleración de la deflación), y además ninguno de estos países se
aseguraría una ventaja competitiva entre los mismos, aunque sí ante aquellas
pocas naciones como EEUU y Francia que continuasen con el patrón oro.
Relevante y aguda la siguiente observación de
Keynes: ‘En la medida que se conserva el
patrón oro…, esto implica una campaña competitiva de deflación, en la que cada
uno de nosotros intenta bajar los precios más deprisa que los demás, una
campaña que ha intensificado el paro y las pérdidas económicas hasta un grado
insufrible’ . Siendo analíticos, esto se explica porque la cuestión de
honor de defender el valor de la moneda a toda costa, se realiza con una
política de subida de las tasa de interés que hunde la inversión
(desplazamiento hacia debajo de la demanda de inversión), que trae consigo un
incremento de la desocupación y de la capacidad ociosa, que provoca a su vez
una caída en el consumo privado que aunado a una política restrictiva del gasto
gubernamental (con el objetivo de equilibrar el presupuesto), termina causando
una iliquidez generalizada con caída de precios (deflación) y recesión o
depresión económica.
Insistía Keynes en que la apreciación real
(sobrevaluación) de las monedas, francesa y estadounidense, podía causar el fin
de sus industrias de exportación y graves problemas a sus sistemas bancarios.
Que el mundo requería para su prosperidad, la recuperación comercial de los
EEUU, la paz y un equilibrio económico global armonioso, viable solamente con el
quiebre del patrón oro. Una semana atrás a ese 27 de septiembre de 1931, Gran
Bretaña había desmontado el patrón oro (el cual había retomado en 1925 con una
moneda sobrevaluada) lo que para Keynes constituía un gran acontecimiento.
Ahora Keynes planteaba que era necesario
desarrollar un nuevo sistema monetario internacional que fuese estable en
términos de intercambio de las mercancías entre las naciones. Se preguntaba si
los países atados al patrón oro estuviesen interesados en conocer los términos
de intercambio exigidos por los países que como el Reino Unido habían
abandonado dicho patrón oro y que sólo lo hubiesen retomado si este hubiese
sido drásticamente reformado. Viendo la historia de lo que pasó después, la
gran depresión continuó durante toda la década de los 30’s porque como muchos
países depreciaron sus monedas los resultados esperados fueron efímeros ya que
además EEUU no abandonó el patrón oro y
siguió en esos años con una política restrictiva de las importaciones
que deprimió aún más el comercio internacional hasta la llegada de la Segunda
Guerra Mundial, período durante el cual sin embargo se postergó la
consideración planteada por Keynes de la adopción de un nuevo sistema de pagos
internacionales.
Hubo que esperar hasta 1944 para que se realizara
una Histórica Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas en
Bretton Woods, de la cual surgió el Acuerdo homónimo que contempló la
instauración de un sistema de tipos de cambio, atados pero ajustables
(Appleyard y Field, 2001).
IV.
Después de la Suspensión del Patrón Oro
Dos días después, el 29 de septiembre de 1931,
Keynes envía una carta al editor de The Times, donde le explica que en vista de
que con la devaluación de la esterlina los productores británicos habían
mejorado su posición en el comercio internacional, que la discusión racional
sobre los aranceles era imposible de ser sostenida mientras la cuestión
monetaria estuviese sin resolver. Si no se tenía claridad del valor futuro de
la libra esterlina y mientras se aguardaba la reacción, siguiendo o no el
ejemplo de Gran Bretaña, de los demás países, era imposible predecir cuál
hubiera sido la efectiva posición competitiva del reino.
Ya no era el arancel la cuestión inmediata a
esclarecer, ahora se trataba de discutir y aclarar la cuestión monetaria. Esta
discusión ofrecía grandes oportunidades de liderazgo enfocado hacia la
reconstrucción de la supremacía financiera de Londres en el mundo.
Referencias Bibliográficas
Appleyard, Dennis R. y Alfred Field (2003), Economía Internacional, McGraw-Hill
Interamericana, Cuarta Edición, 742pp
Blanchard, Oliver (1997), Macroeconomía,
Prentice Hall Internacional, Primera
Edición, 648pp
Dornbusch, Rudiger y Stanley Fischer (1991), Macroeconomía, McGraw-Hill
Interamericana de España, Quinta Edición, 974pp
Keynes, John Maynard (1931), Ensayos
de Persuasión, p236-253
Keynes, John
Maynard (1935), The General Theory of
Employment, Interest, and Money Rendered into HTML on Wednesday April 16
09:46:33 CST 2003, by Steve Thomas for The University of Adelaide Library
Electronic Texts Collection
Mata Mollejas, Luis (2004), Esquemas
Macroeconómicos, Fondo Editorial
FINTEC Anauco Ediciones, 288pp
Mata Mollejas, Luis (2004), Política
Económica para Políticos, 295pp
Mata Mollejas, Luis (2010), Dinero,
Política y Mentiras, Ediciones del
Rectorado de la UCV, Caracas, 336pp
Nessun commento:
Posta un commento